Estaba yo en Chicago para fotografiar una boda, cuando una tarde mientras hacía un poco de turismo hice una pequeña parada en un Starbucks cercano para tomarme un café. En ello estaba cuando me llamó la atención una pareja que se encontraba a unos metros de mí dentro del lugar. Eran jóvenes, guapos, y mostraban un cariño diferente el uno con el otro. Como transmitían buenas vibraciones y carisma, movido por mi instinto de fotógrafo me acerqué a ellos para hablarles.

Pronto surgió una amena conversación en la que saltábamos de un tema a otro, de trabajo, de su noviazgo, de la vida, etc. Tras enterarse de que era mi primera vez en Chicago se ofrecieron a hacer de guías en un pequeño tour para enseñarme los rincones de la ciudad y a cambio, yo les haría una sesión de fotos de pre boda como agradecimiento. El día siguiente resultó ser una sesión de trabajo con la que no contaba, pero una de las más divertidas y cómodas que he hecho.

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